Lo Stato Sociale – Niente di speciale (Nada de especial)

¿Cómo le hago para decirte que no me gusta el nombre de tu hermana,
tu frenar con motor, y tu tenerme escondido a los ojos del mundo,
cuando es el mundo lo que no sabes mirar?
Y todos tus consejos sirven de poco,
soy buenísimo equivocándome solo.
¿Cómo le hago para mantener lejos esta canción de quien no la debe escuchar?

Si supiera cuánto he escrito de ti, te haría un contrato mi editor;
me llevarías a Sarajevo en el otoño de los 30 años, y no
tendrías que trabajar más.

Y camino al teléfono sobre una progresión de do, incluso ahora que
aprendí un poco a tocar.
Porque eres como yo,
entre más eres ligera, menos eres superficial.

Te soñé en una oficina de la FS, cantabas en francés
en la ventanilla de quejas;
te troleaban todos mis amigos disfrazados de 
bailarinas y de enanos.

¿A qué cosa le tienes miedo de verdad?
¿Tal vez a que la gata se escape por las escaleras?
No sabes cuánto envidio a los animales,
ellos comprenden siempre con quién volver.

Quisiera un domingo en la tarde por cada
lunes que no he sabido empezar,
pero somos una historia que no se puede decir.
No tenemos nada de especial.
A no ser que yo tengo miedo de crecer, y tú de nadar.
Y sabes decirme que me amas, pero sólo mientras
que no salimos del elevador.
Y sin embargo, ¿lo sientes también tú,
que cometimos
el mismo error?

¿Sabes que quienes duermen en las camas tienen la boca abierta para morder?
Sabes que es fácil odiar el terremoto, lo difícil es construir.
¿Sabes que he sentido lástima por ti?
No elegir es elegir sufrir.
No es soñar que ayuda a vivir,
es vivir que debe ayudarte a soñar.

Y entonces quédate también la cobija,
soy buenísimo teniendo frío solo.
Quédate con tu egoísmo discreto
si no eres capaz de tenerlo a la luz del sol.
Quédate con mis palabras,
que tienes 35 metros cuadrados por amueblar.
Más aun, tómame de nuevo el pelo.
Sin ti ya no sé respirar.

Te soñé en una oficina de la FS, cantabas en francés
en la ventanilla de quejas;
te troleaban todos mis amigos disfrazados de 
bailarinas y de enanos.

¿A qué cosa le tienes miedo de verdad?
¿Tal vez a que la gata se escape por las escaleras?
No sabes cuánto envidio a los animales,
ellos comprenden siempre con quién volver.

Quisiera un domingo en la tarde por cada
lunes que no he sabido iniciar,
pero somos una historia que no se puede decir.
No tenemos nada de especial.
A no ser que yo tengo miedo de crecer, y tú de nadar.
Y sabes decirme que me amas, pero sólo mientras
que no salimos del elevador.
Y sin embargo, ¿lo sientes también tú,
que cometimos
el mismo error?

Sostén mis manos, no te ahogarás
Sostén mis manos, no te ahogarás
Sostén mis manos, no te ahogarás
Sostén mis manos, no te ahogarás
Sostén mis manos, no te ahogarás
Podrá sucederte que tragues, pero no te ahogarás.
Cada vez que eliges tú eliges el tipo de esclavo que no serás.

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