Te vi en un día
entre trigo y cigarras,
entre hojas y arbustos de violetas,
entre canastas llenas
de oro y de plata.
Jugabas a perseguir el viento.
Como en un juego,
lanzabas risas,
llevando en el seno el verano.
El sol calentaba las horas y el tiempo.
Te vi, pero fue por un momento.
Nos conocimos después
sobre la grava del poso.
Te sorprendí secándote
el cabello.
Nos miramos y como en un sueño
nos acariciamos como hacen los pájaros.
Y como dos hojas que ceden al viento,
ligeros emprendimos el vuelo,
y volamos lejos sobre los senderos del mundo,
perdidos en el mismo sueño.