De todos los poetas y los locos
que nos encontramos por el camino,
me quedé con una cara, un nombre,
una lágrima o algunas carcajadas.
Bebimos en Galway,
se nos hizo tarde en los bares de Lisboa,
redescubrimos la historia de Italia
sobre las notas de algunas canciones.
Íbamos juntos
y escuchamos las voces de los locos,
conocimos a la gente más extraña
y embarcamos compañeros de viaje.
Algunos se quedaron,
algunos se fueron y ya no se han dejado oír.
Un día, también tú decidiste.
Un abrazo. Y luego te fuiste.
Buen viaje, hermano querido,
y buen camino a dondequiera que vayas.
Tal vez un día podamos encontrarnos
de nuevo a lo largo de la carretera.
De todos los pueblos y las plazas
donde paramos la combi,
perdimos un minuto escuchando
a un partisano o a cualquier borracho.
Las extrañas historias de los viejos en el bar
y de los niños con el té del desierto
fueron lecciones de vida
que aprendí y todavía conservo.
Buen viaje, hermano querido,
y buen camino a dondequiera que vayas.
Tal vez un día podamos encontrarnos
de nuevo a lo largo de la carretera.
No estoy llorando por los tiempos andados,
o por el pasado y las habituales historias,
porque es tonto arruinar
un recuerdo o alguna canción.
No te voltees, por favor.
Ningún remordimiento por lo que ha sido.
Que las estrellas te guíen siempre
y la carretera te lleve lejos.
Buen viaje, hermano querido,
y buen camino a dondequiera que vayas.
Tal vez un día podamos encontrarnos
de nuevo a lo largo de la carretera.
Buen viaje, hermano querido,
y buen camino a dondequiera que vayas.
Tal vez un día podamos encontrarnos
de nuevo a lo largo de la carretera.