Soñé que el viento del oeste me tomaba ligero de la mano,
me llevaba al final del mundo entre islas y tierras lejanas.
Caminaba a tu lado. Sobre el muelle veíamos los barcos pasar.
Me cantabas una música dulce, más dulce que el canto del mar.
La orquesta tocaba "The blackbird" en el bar sobre la calle del puerto.
Los pescadores gritaban fuerte entre el vino, la cerveza y las cartas.
Contabas las historias de viajes, de calles, de amigos caídos;
de amores conocidos lejos y de amores que el tiempo perdió.
Y los días corrían y el tiempo en el sueño volaba.
Abrazaba a la mujer de las islas; bailábamos ligeros en el aire.
Y los días pasaban y el océano estaba allí arrullándonos.
Y el viento en el final del mundo llevaba un canto del mar.
Sentados entre piedras y páramos mirábamos las gaviotas volar.
Contabas la historia del niño que un día escapó con las hadas.
Pero el viento del oeste llamaba, y el cielo de Irlanda se desvanecía.
Me desperté en un cuarto, borracho, mientras el sueño terminaba.
Y los días que pasan son largos y cubiertos de negro.
Me arrastro perdido en los callejones maldiciendo una tierra extranjera.
Y los días son siglos esperando poder regresar
de nuevo al final del mundo arrullado por el canto del mar.
Música buena para todas las lenguas 