El viento pasaba los barrotes
silbando canciones tristes
y llevaba los recuerdos de vida
como listones de colores ya vistos.
La casa, los amores, los amigos,
el último libro sobre la mesita,
el recuerdo de los días felices,
el mar, el cielo, los colores y el vino.
Y hay otra historia que decir,
una fábula que contar,
un amor que no puede terminar,
una página que inventar.
Y hay otra historia que decir,
un papalote que no sabe volar,
un hombre que pronto irá a morir,
una página que colorear.
Y el sol pasaba los barrotes,
cálido de amor pero un poco sin aliento,
calentando el último día,
el más largo de un condenado.
Y la luz inventaba la sombra
y sugería su deseo:
volverse mañana luz,
desvanecerse en la nada
y en el misterio.
Y hay otra historia que decir,
una fábula que contar,
un amor que no puede terminar,
una página que inventar.
Y hay otra historia que decir,
un papalote que no sabe volar,
un hombre que pronto irá a morir,
una página que colorear.
Y mañana será otro día
con uno menos sobre este mundo
y una silla que descargará
rabia y violencia en un solo segundo.
Y mañana será muerte amarga,
un homicidio legalizado,
una injusticia llamada ley,
un verdugo de negro enmascarado.
Y mañana será otro día
con uno menos sobre este mundo
y una silla que descargará
rabia y violencia en un solo segundo.
Y mañana será muerte amarga,
un homicidio legalizado,
una injusticia llamada ley,
un verdugo de negro enmascarado.
Música buena para todas las lenguas 